sábado, 23 de mayo de 2009

El horcón de mis mayores - El alma norteña a través del canto



Dedicamos esta nota a Nono Ocaranza Zavalía, de Tucumán, editor de la valiosa publicación "Folklore del Norte"
El alma de nuestro pueblo a través del canto:
DE MIS MAYORES,del santiagueño Juan Carlos Carabajal.
Suena mi guitarra suena
pa’ cantarle a mis mayores
quiero las notas mejores
y afirmar muy bien la voz
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Por mis venas corre sangre
de un abuelo guitarrero
buen cantor y vidalero
carrerito y trenzador
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Fruto soy de las entrañas
de una noble santiagueña
de mi corazón la dueña,
la más perfumada flor
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Estribillo
Mientras se sostenga firme
el horcón de mis mayores
No habrá penas ni dolores
que ha’i llorar mi corazón
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Orgulloso de mi herencia
por mis padres soy hachero
labrador y cosechero
y en las huellas andador
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En el alma llevo el quichua
que aprendí de mis mayores
junto a los grandes amores
que me ha dado Tata Dios
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Y porque soy santiagueño
en mi pago y donde quiera
en vidala y chacareras
canto mis coplas de amor.
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Comentario:
Sustancial y bello canto: quiere las notas mejores para cantarle a sus mayores: ejemplo de gratitud cristiana.
Pintoresca descripción del abuelo: guitarrero, cantor, carrerito –y seguramente habrá sido aún “carreristo”, ya que las cuadreras son otro atractivo de la vida popular del Norte y del ámbito rural argentino, que requiere gran destreza ecuestre.
Y trenzador: los aperos del criollo son tesoros, no raras veces chapeados con plata. Acostumbrado a carnear y a cuerear, hace estas “prevenciones” con maestría, que le permitirán enlazar, domar potros bravos, lucir buenas riendas y manejar su tropilla.
Admirable delicadeza con que le canta a la noble santiagueña, su madre, dueña de su corazón, “la más perfumada flor”. Esto recuerda que Santiago del Estero fue fundada con la aprobación de los indios juríes por hidalgos, caballeros y pobladores llanos, que sostuvieron la primera ciudad argentina y defendieron a la población autóctona de los ataques de tribus invasoras, con nobleza de sangre, en varios casos, y de ánimo en todos. Nobleza que se transmitió a todo el pueblo santiagueño.
El legítimo orgullo de la herencia, eslabón de una cadena de generaciones que se pierden en el tiempo. Hachero, labrador, cosechero y rastreador…: labores viriles y sufridas, que requieren habilidades especiales, típicas de la región. Forman un tipo humano característico, que se ufana de ser lo que es -en lugar de esconderlo vilmente, como ocurre con la masificación y la invasión de modas descaracterizantes.
El quichua que aprendió de sus mayores es uno de los grandes amores que le ha dado Tata Dios. Dios y la lengua quichua…y la guitarra: magnífico ejemplo de la perfecta fusión entre la herencia cultural hispana y la indígena, esencia de nuestro pueblo, que fructificó por la savia del catolicismo en indisociable unión. El indígena, inspirado y apoyado por prohombres como San Francisco Solano y Juan Ramírez de Velasco, ecos vivos del amor al aborigen de Isabel la Católica, conservó lo más valioso de su identidad y fue desechando el paganismo y las costumbres acordes a éste, haciéndose plenamente hijo de Dios con el bautismo.
Mientras se sostenga firme el horcón de mis mayores, no habrá penas ni dolores… : la casa, el rancho, bastión sagrado donde el Creador y la Virgen bendicen la estirpe que crece, permanece y se multiplica.
Interpretamos que el horcón simboliza la tradición, sosteniendo los valores familiares tradicionales, y la perfumada flor las cualidades y encantos de la mujer argentina que encarna tales valores, que perfuman el alma nacional.

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