jueves, 31 de diciembre de 2009

Escenas y ambientes que distienden y elevan, terminando el año con un canto de acción de gracias a la Ssma. Virgen preparándonos para el 2010





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A todos nuestros estimados lectores y amigos, muy Feliz Año Nuevo y muchas gracias por su inestimable apoyo. Agradecemos a la Ssma. Virgen y por su intermedio al Niño Dios todos los beneficios recibidos pidiéndoles renovadas fuerzas para luchar por la civilización cristiana en el año de gracia que se inicia.




miércoles, 30 de diciembre de 2009

Bajo el yugo rousseauniano de la "voluntad general", el ataque organizado de los "odiadores de Dios" y el absolutismo regio autodemoledor - 21ª nota

El Abbé Raynal, jesuita apóstata de gran influencia, que proclamaba: "¡El crimen es el cristianismo!". Más abajo Carlos III, el rey iluminista que expulsó la Compañía de Jesús descargando un golpe mortal a la católica familia de pueblos iberoamericanos. El desmembramiento del Imperio español constituyó una terrible autodemolición, en la que malos sacerdotes y malos reyes jugaron un rol decisivo.

III PERÍODO – EL RESQUEBRAJAMIENTO PROVOCADO DEL IMPERIO ESPAÑOL (ca. 1750-1810)
Dos fuerzas disociadoras:
· El enciclopedismo revolucionario o jacobinismo
· El centralismo absolutista, compresor de los estamentos, abolicionista de los derechos privados adquiridos o privilegios

Analicemos estas fuerzas que se abaten sobre el Imperio Español buscando desarticular y desplazar aquel promisorio conjunto de pueblos católicos cuya influencia será sustituida, en el siglo XIX, por el liberalismo maquinista, utilitario y nivelador impulsado por Inglaterra y Estados Unidos.
El enciclopedismo revolucionario, en su versión rousseauniana, individualista y de primacía de los instintos, estimula un profundo desorden bajo la fórmula de la “vuelta a la naturaleza”. Fomenta tendencias a la corrupción moral, el descreimiento y el rechazo a la visión católica de la sociedad.
Es el continuador de las tendencias desarregladas que hicieron eclosión en la I Revolución. Estas habían destruido la Cristiandad medieval. El Renacimiento había desplazado a Dios en las mentalidades como centro del universo, entronizando al hombre como medida de todas las cosas. La rebelión protestante, individualista y fragmentadora, había rechazado la autoridad infalible del Papa y el Magisterio de la Iglesia, fundamento de la civilización inspirada en el Evangelio.
El enciclopedismo racionalista va más allá y exacerba el odio a la Escolástica y a la Contra-Reforma.
Voltaire, puesto de moda por las logias, termina sus cartas con el grito de guerra: écrasez l’Infame!, aplastad a la Infame!, o sea, a la Iglesia. Su ironía se burla de todo. Nada queda de venerable ni sagrado, el altar y el trono comienzan a hundirse en esta arena movediza.
Lo rodea una cohorte de “filósofos”; uno lleva el desafiante apodo de “odiador de Dios” (Damilaville).
Lugar preeminente ocupa el Abbé Raynal, jesuita apóstata penetrado de odio radical e impío: ¡el crimen es el Cristianismo! vocifera.
Ambos se deslizan en las bibliotecas ilustradas rioplatenses y ganan influencia: en el Congreso de Tucumán, el representante de La Rioja pedirá medidas contra la difusión de sus obras.
Voltaire escribe Alzire, la novela en que presenta al conquistador español con caracteres odiosos. Otro tanto hace Raynal con su Historia Filosófica y Política de los Establecimientos europeos en las dos Indias (1770).
El tema es desmenuzado por el Dr. Rómulo Carbia en su investigación sobre la Leyenda Negra y su influencia americana. Entre los que se especializan en subvertir América incluye a De Paw, holandés que procuraba cavar una fosa con la Madre Patria. Se valía de los deformantes dibujos de la Colección De Brie, que llenaban la mente de imágenes de opresión y bochorno.
Se nutren del libelo de fray Bartolomé de las Casas, el fallido encomendero que, devenido Obispo, proponía negar la comunión a sus antiguos colegas, lo que fue rechazado por el Clero de Indias. No hizo como un Solano, que censuró a los malos encomenderos pero elevó la dignidad de Alcalde que desempeñaban.
El libelo de las Casas, demuestra Carbia, carece de toda validez probatoria. No obstante fue el vehículo que usaron los “odiadores de Dios”.
Este odio estaba inteligentemente fomentado por sociedades y clubes que organizaban los “talleres de cólera” que prepararon la Revolución Francesa, sacudiendo a todo el mundo cristiano. Los ateliers de colérage de Danton, que refiere Pierre Gaxotte, desprestigiaban el trono y el altar preparando su exterminio con la fórmula de Voltaire: “miente, que siempre algo quedará”.
También se valieron de las doctrinas de Rousseau, enemigo declarado de la ciencia, el arte y la cultura y predecesor del marxismo -que las adscribe, con la religión y la política, a la “superestructura” que “oprime” al hombre.
Otro servicio que les prestó el suicida ginebrino fue su doctrina de la unidad indivisible de la voluntad general, justificación de la arbitrariedad y el despotismo, como señala Herrmann Baumhauer. Sostiene que la autoridad emana de los hombres –no de Dios-, y que ellos se ponen bajo la suprema dirección de la “voluntad general”. Al hacerlo renuncian a su propio poder y quedan en manos de los “supremos” que lo ejercen.
Esa voluntad popular no está fragmentada democráticamente en corrientes. Siendo indivisible, es sólo una. Y toca a los dirigentes de la secta ser sus intérpretes y actuar como “profetas” o “gurús”.
Si, como la Argentina de principios del siglo XIX, la población era tradicionalista, lo que no correspondía a la voluntad general deseada por los hombres de las logias, les cabía a éstos conducir la mayoría contra su voluntad. Lo que no podía hacerse sin recurrir a la fuerza…
Es lo que ocurrió con la llamada minoría logista en la década de 1810 al 20, y luego con Rivadavia.
En nombre de la trilogía Liberté, Égalité, Fraternité, se privaba a los pueblos de la verdadera libertad.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Tradicionales fiestas de San Esteban en Sumamao - Santiago del Estero


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1) Alférez de San Esteban, óleo de Marcelo Argañarás (Santiago del Estero)
2) Bombistos de San Esteban
3) Alféreces a caballo vivando al santo alrededor de los arcos con ofrendas (ichas).
Las fotografías 2 y 3 pertenecen a la obra "Tradiciones religiosas populares de Santiago del Estero", de Amalia Gramajo de Martínez Moreno y Hugo Martínez Moreno (Ed. V Centenario, Santiago del Estero, 1992).
A continuación, transcribimos una colorida nota del diario EL LIBERAL que nos envía un amigo desde Santiago:
ENCUENTRO -
Una festividad religiosa que cobra más fuerza cada año, San Esteban concentró a más de 35 mil personas en Sumamao Mucha gente llegó a pie, en bicicleta, y otros en colectivos para rezarle a la imagen que cada año convoca a miles de devotos. Una fiesta popular con mucha tradición.


Más de 35 mil personas invadieron ayer Sumamao, en el departamento Silípica, con el único propósito de venerar a San Esteban, la imagen sagrada que una vez más convocó a fieles de toda la región, además de miles de santiagueños que volvieron de Buenos Aires, Tucumán y de otras provincias para estar presentes en la fiesta mayor del santo.
Pese al agobiante calor de ayer, el movimiento de gente fue incesante desde la tarde del viernes, aunque el grueso de los devotos empezó a llegar desde las ocho de la mañana para concentrarse en torno al templo donde la imagen recibió a sus visitantes que cada año repiten la particular celebración que es mezcla de religiosidad y tradición gaucha, con sus jinetes montados a caballos y la llamada carrera de los indios, en la que cientos de jóvenes recorren varios kilómetros al trote a modo de tributo al santo que los espera en el pequeño paraje ubicado a unos 5 kilómetros de la ruta nacional Nº 9.
Ayer, la celebración se desarrolló con “llamativa normalidad”, según el jefe del operativo policial, subcomisario Raúl Cortez, quien tuvo a su cargo a medio centenar de uniformados que fueron rotando desde el viernes para custodiar la celebración que finalizó anoche.
Familias enteras llegaron al lugar, muchos lo hicieron a pie o en bicicleta, cumpliendo promesas o sencillamente a modo de ofrenda por las bendiciones recibidas a lo largo del año. “Yo no pido nada, solamente salud y trabajo para mis hijos que por suerte tienen trabajo y andan bien. No tengo más que agradecer”, dijo Susana Giménez, que llegó de Loreto ayer bien temprano y se quedó hasta las primeras horas de la tarde, pese al intenso calor.
Fueron muchas las familias que enfrentaron con entereza las altas temperaturas, refugiadas en las sombras de los árboles. Los hombres, en su mayoría, se hidrataron con abundante cerveza y muchos terminaron congregados en torno al escenario montado junto al templo del santo o en un baile armado para la ocasión a unos cien metros de este lugar.
Según el jefe del operativo policial, éste es uno de los años con mayor concurrencia de gente que se recuerde, con más de 35 mil personas, y afortunadamente todo se desarrolló con normalidad, aunque hubo algunas personas que tuvieron que ser asistidas por deshidratación o golpes de calor.

50 Policías fueron afectados al operativo de seguridad en todo el predio donde se desarrolló la fiesta.
200 Fueron aproximadamente los puestos de venta de comidas, bebidas y artesanías que se instalaron en Sumamao.
6 Ambulancias del Ministerio de Salud de la provincia trabajaron desde el viernes con equipos de médicos y enfermeros.
4 Camiones de Recursos Hídricos de la provincia fueron afectados a la fiesta religiosa para garantizar el suministro de agua a la gente.
Fuente: Diario "El Liberal", Santiago del Estero

jueves, 24 de diciembre de 2009

Buscando la verdadera alegría de la Navidad - Plinio Corrêa de Oliveira


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De un colaborador del sitio:

Agradezco y retribuyo los saludos navideños de los estimados amigos de Isabel de Iberoamérica, y adjunto un artículo que recibí de America needs Fatima, que a pesar de haber sido escrito en 1980 por el Profesor Plinio Correa de Oliveira, mantiene plena vigencia, especialmente ante las múltiples amenazas que la Cristiandad está recibiendo de enemigos externos e internos. Con la esperanza puesta en el Divino Niño Jesús, y confianza en su Santísima Virgen y San José, les deseo a todos una muy felíz y bendecida Navidad.
Saludos cordiales,
Ezequiel

Buscando la verdadera alegría de la Navidad
Plinio Corrêa de Oliveira

El estado de cosas mundial es tan incierto, que es imposible saber las condiciones en que celebraremos la Navidad o lo que traerá el Año Nuevo. Esta es una Navidad en que los americanos estamos llenos de incertidumbre, probaciones e inseguridad.
Uno bien podría preguntarse “¿Es lícito tener estas preocupaciones durante el tiempo navideño? ¿No deberíamos tener solo consuelo, alegría y satisfacción durante este período?
Para responder a esta pregunta, debemos considerar la primera noche de Navidad. San José, y sobre todo, Nuestra Señora, estaban llenos de inexpresable alegría en la gruta de Belén.
Sin embargo, antes que el Niño Jesús naciera, sufrieron aflicción. Habían pasado la noche buscando un lugar digno para el nacimiento de Nuestro Señor. San José se sentía humillado viendo que su Esposa tendría que alumbrar al Cristo Niño en un establo donde comían los animales. Mientras que no podía haber un evento más estupendo esa noche, tampoco podría haber un entorno más humilde.
El pesebre era todo lo que San José y Nuestra Señora tenían para ofrecer al Niño Jesús. Por lo tanto, esa noche estuvo llena de insondable alegría, pero también tuvo su sufrimiento.
Aunque el Niño Jesús sabía que la Providencia había dictado las condiciones de Su nacimiento, es posible que Nuestra Señora y San José no lo supieran. Pueden haber estado embargados por dudas respecto de las razones para ese ambiente tan humilde, incluso quizás atribuyéndolo a un mal proceder propio. Aunque inocente, San José, quien era el más responsable del sostenimiento de la Sagrada Familia, posiblemente pidió perdón a Nuestro Señor por las humildes comodidades que había provisto para Su llegada.
Sin embargo, las alegrías de esa noche sobrepasaron todas las tristezas a tal punto que las últimas fueron completamente olvidadas. Debemos celebrar la Navidad de la misma manera, aunque estemos preocupados por la crisis en la Iglesia, el colapso de la sociedad y la conciencia de nuestra debilidad para enfrentar estas calamidades.
Comprender que hemos sido escogidos para seguir a Nuestra Señora a través de estos tiempos conflictivos, debe llenarnos de gozo y sobreponernos a la tristeza que sentimos por nuestros defectos personales y la impiedad que nos rodea.
A los pies del Niño Jesús recién nacido, debemos agradecerle por habernos llamado a esta lucha y esto tiempos. Debemos darnos cuenta que solo somos capaces de resistir a través de la Redención, para la cual Su nacimiento fue condición necesaria. Debemos expresar esta gratitud a través de la intercesión de Nuestra Señora, medianera universal, y San José.
Debemos pedir a San José, Nuestra Señora y el Niño Jesús para que siempre estén presente en nuestras almas las palabras de Nuestra Señora en Fátima: “Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará!” De este modo, seremos capaces de superar toda tristeza y avanzar alegremente en la lucha, buscando el heroísmo e incluso el sacrificio.
Que Nuestra Señora te conceda esa indomable alegría por la Navidad y te acerque aún más a Ella y su Divino Hijo!

sábado, 19 de diciembre de 2009

Tres aspectos de la Argentina del "siglo de plata": unidad imperial y pertenencia; autonomía señorial, rol vivificante de la Fe católica - 20ª nota




Fe, gallardía y espíritu épico de la Argentina que nació con el espíritu de Santiago matamoros


La afirmación de la Argentina temprana: conciencia de su destino Pese al empobrecimiento ocasionado por las guerras y la decadencia de las encomiendas, los documentos de época atestiguan la consolidación de la Argentina del “Siglo de Plata”, el desarrollo de una economía estable, próspera y propia (no subsidiada), la elevación cultural y la maduración de un pueblo en el que se destaca una Nobleza honesta y trabajadora.
En 1659, el Obispo Maldonado y Saavedra “dirige una magnífica carta al rey, informándole que no hay en la historia de América una provincia más sacrificada que la Gobernación del Tucumán; que desangrada y empobrecida por las guerras y los socorros, ha forjado una economía propia, sana y estable y mantiene un elevado nivel cultural”. Lamenta que esto se de “sin que llegue ninguna merced reveladora de que su esfuerzo es comprendido” (Efemérides Guadalupanas).
En Catamarca, dice una carta del Obispo Sarricolea y Olea de 1729, muchos viven en sus chacras y la ciudad está disminuida. “La Rioja conserva los vestigios de lo que fue en la misma ruina de los edificios, habitando sus vecinos y pobladores en sus viñas”, razón por la que “no reparan las casas que tienen”.
A ambas ciudades apartadas les resultaba difícil vivir del comercio, como las demás. Su porvenir estaba en sus viñedos y otros productos.
Como los indios eran contados, los vecinos van al campo a dirigirlos en las faenas, trabajando junto a ellos. Resulta que allí “por la primera vez se manifiesta un verdadero pueblo campesino de españoles y criollos que predominan no solamente sobre sus indígenas sino sobre sus mismas ciudades” (Lizondo Borda). En San Miguel de Tucumán florece la agricultura, sin que la ciudad decaiga.
El valioso testimonio del Obispo desmiente los prejuicios contra la Nobleza: “La gente española y blanca, aunque por la mayor parte pobre, es trabajadora y de buena índole, especialmente la noble que se señala mucho en su modo de proceder honrado, cortesano y honesto...”. Córdoba, al finalizar el “Siglo de Plata”, en 1749, ha decaído por las invasiones de los indios del Chaco, la larga sequía, la merma del tráfico de mulas debida al agotamiento de las minas de Potosí y el traslado de la Aduana a Jujuy. No obstante mentiene su papel protagónico y su jerarquía urbana, según el padre jesuita Martín Dobrizhoffer: “Córdoba, la ciudad principal de Tucumania, sede del obispado y de la universidad, floreciente y más célebre que ninguna otra hasta hace pocos años en casi toda América del Sur, se enorgullece por sus espléndidos edificios y por sus nobilísimos y ricos ciudadanos” (ap. P. Bustos Argañaraz, Manual de Historia Argentina).
Cerramos este panorama del “Siglo de plata” consolidador con estas observaciones de José Luis Busaniche.
Las ciudades del territorio argentino iban adquiriendo con admirable tesón y ánimo vida propia y conciencia de su destino. Las enormes distancias y el aislamiento comercial exterior las obligaban a bastarse a sí mismas. El peligro constante las mantenía despiertas y valerosas. La seguridad del sustento, el ganado abundante, salvaba al individuo de la miseria física, la desesperación y el pesimismo. Las faenas rurales daban lugar a deportes ecuestres que comunicaban al trabajo gallardía viril, que el indio miraba con simpatía y emulación. Los charrúas gustaban y se hicieron especialistas en arreos, domas y apartes.
El cabildo, gobierno colectivo que comprendía variadas funciones y servicios –municipales, judiciales, policiales y de milicia- permitía el gobierno autónomo y los vecinos afincados participaban obligatoriamente en el manejo del común. La Religión, con sus hermandades, liturgia, consuelo prestaba firme sostén, no sólo espiritual, pues la caridad no era palabra vana.
La presencia del Gobernador o del Teniente, que presidía el cabildo, fortalecía la idea de que el grupo social perdido en el espacio, en la llanura ilimitada o en sierras fragosas, o selvas y malezales, no era una isla de náufragos sino miembros de un Imperio que tenía papel prominente en el mundo y que no luchaba sólo por conquistar tierras y mantenerlas, sino por principios bien claros, que para el último español eran parte esencial de su existencia. Solidarias las ciudades ante el peligro común y muy respetuosas del poder real, que honraban periódicamente, cuyo rigor no se hacía sentir, eran celosas de su jurisdicción y gobierno. Aldea perdida en el desierto, como San Luis, se niega en el siglo XVII a recibir Corregidores que no son de su agrado y pide facultades para designar su propio gobernador. Santa Fe exige reciprocidad en auxilios que presta a Buenos Aires, capital de la Gobernación, en sus trances difíciles. Así va formándose un sentimiento colectivo de grupo autónomo, en ciudades de vasta jurisdicción, de hecho ciudades-provincias, sentimiento que se apoya sobre una fuerte conciencia individualista, unida al prestigio lejano de la unidad y de la fuerza imperial. Las pinceladas de Busaniche documentan la entidad alcanzada por la Argentina durante el período de consolidación, en el marco de la civilización cristiana y mariana, que el autor resalta en tres aspectos fundamentales:
· la unidad del Imperio con su sentido monárquico y jerárquico de pertenencia
· la autonomía orgánica de las ciudades y el rol de los vecinos, la Nobleza o Hidalguía de Indias
· el rol vivificador de la Fe Católica, Apostólica Romana.


Comentario
La enorme importancia de los frutos de civilización cristiana cosechados por la Argentina del "siglo de plata" se evidencia en todo este texto. Basta mencionar que esa Argentina tenía conciencia de su destino, es decir de su valor como nación marcada por características especiales y un llamado particular a servir y luchar por la Cristiandad.



viernes, 11 de diciembre de 2009

Esplendor y civilización cristiana en el Tucumán, el Paraguay y el Plata: las misiones jesuíticas - 19a. nota - por una visión católica y señorial...






Florecimiento de pueblos jesuíticosEl genuino progreso de misiones y pueblos jesuíticos entre los guaraníes es otra lucida expresión de un orden cristiano. Bajo la influencia del cristianismo, los salvajes se civilizan, trabajan la tierra, forman familias, desempeñan funciones capitulares y ayudan a contener los avances portugueses y tupíes.
Serán las misiones ámbito de adelantos materiales y espirituales que sólo el absolutismo borbónico de raíz anticristiana logrará frustrar más tarde.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Conferencia de Francisco Balbiani, promotor de la peregrinación de 420 km a Luján por la paz del campo y la armonía social - Miércoles 9 de diciembre

Miércoles 9 de diciembre - 19 hs - Palacio Balcarce - Quintana 161 - Buenos Aires
Conferencia de Francisco Balbiani, promotor de la peregrinación de 420 km, de Gral. Villegas a Luján, "por la paz del campo y la armonía social".
Expondrá motivos, experiencias, consecuencias y esperanzas vividos junto a sus tres compañeros. Habrá proyección de diapositivas.

Informes:
(11) 4801 . 4681
www.PORLAPAZDELCAMPO.COM.AR - LUJAN@PORLAPAZDELCAMPO.COM.AR

jueves, 3 de diciembre de 2009

Con un pie en el estribo hacia "San Francisco del Monte de Copiapó"... ¿Sabemos quién fue Nicolás Dávila?


En la víspera de la partida de la cabalgata que saldrá desde distintos puntos de La Rioja y cruzará la cordillera para conmemorar la hazaña de Nicolás Dávila, héroe de la Independencia, brindamos a los estimados lectores la siguiente nota


CON UN PIE EN EL ESTRIBO HACIA “SAN FRANCISCO DEL MONTE DE COPIAPO”… ¿SABEMOS QUIEN FUE NICOLAS DAVILA?

Elena Brizuela y Doria de Mesquita

El mismo Don Nicolás nos informa sobre su máxima proeza, cuya publicación hizo su hijo Guillermo Dávila en la “Revista de Buenos Aires” (tomo XXIII, pág. 237/256). Tomamos solo un pequeño trecho que dice así: “Mi marcha por la Quebrada del Carrizalillo fue feliz; no encontré un solo hombre en la trasnochada que hice para llegar a la ciudad. Con los primeros albores del Domingo de Carnaval (12 de febrero), llegué a los suburbios de Copiapó. Inmediatamente, desprendí una partida de veinte infantes al mando del Teniente Don Manuel Larrahona, con la orden de desfilar por la vereda N.O., aprovechando la sombra crepuscular y entrar resueltamente en la plaza, tomando a la bayoneta la guardia del cuartel. El bravo Larrahona ejecutó fielmente, sin trepidar, la orden y al tiempo que el centinela disparaba un fusil al oír el grito: ¡Viva la patria! dado con tonante tono por aquel oficial, yo entraba con el resto de la fuerza por la otra bocacalle, los infantes desplegados en guerrilla al paso de trote y protegidos por la caballería”. “(…) No había más fuerzas reunidas en el cuartel que 40 hombres, (…) la empresa produjo los buenos resultados de inutilizar estas fuerzas y economizar la sangre de nuestros milicianos, facilitando la entrada del grueso de la división sin disparar un solo tiro” (…).
“Aunque sea duro decirlo, pero no me es posible dejar de consignar aquí, el riesgo que corrió de malograr este feliz suceso, por la desidia e incomprensible demora del coronel Zelada, para seguir los pasos de mi vanguardia”.
Luego informa que el Jefe de la expedición llegó cuatro días después, acción que no califica, pero no comprende tratándose de un veterano soldado.
Agrega: “El 16 por la mañana entró el coronel Zelada con el resto de la división en medio de los vítores y aclamaciones del pueblo, y al considerar el contingente de estos milicianos, tostados sus rostros por el cierzo helado de los andes, diríase que no se desdecían de la gloria de sus compañeros, que habían triunfado ya a esa hora en las llanuras de Chacabuco”.
* * *
A juzgar por el relato, podemos darnos cuenta que era un hombre entero, culto, decidido, con iniciativa, valiente, que tenía don de mando y sabía lo que tenía que hacer, como también reconocer en los otros sus valores y esfuerzos.
Cuando cruzó los Andes, tenía sólo 31 años recién cumplidos. Un ejemplo espléndido para nuestros jóvenes.
Don Francisco Javier de Brizuela y Doria y Doña María Rosa del Moral y Andrada fueron sus padres. Nicolás, que había nacido el 6 de enero de 1786, era uno de sus once hijos, entre los que se contaban Ramón de Brizuela y Doria y Miguel Gregorio Dávila, que desempeñarían un importante rol en la Historia. El hogar paterno donde se formaron fue en Sañogasta (conforme el censo del año de 1810, casa 14).
Nicolás se casó con Doña María Vicenta Gordillo y Castro el 25 de junio de 1810. Compró tierras en el pueblo natal de su mujer, Nonogasta, construyó su casa y su hacienda, levantó la Iglesia y trajo la sagrada imagen de San Vicente Ferrer desde Copiapó. Inició una tradición religiosa que está plenamente vigente, sostenida por los devotos nonogasteños y los descendientes del fundador.

* * *
Don Nicolás era Comandante de Famatina –dice el historiador Zinny- cuando el Gobernador Martínez, nombrado a fines del año anterior, le dio la orden de preparar dos escuadrones de milicias para el 15 de enero de 1817. ¡Vaya apuro! ¡Poco tiempo le quedaba para semejante empresa!
La entonces Capitanía de Famatina abarcaba los actuales departamentos Famatina y Chilecito, por lo tanto Nonogasta y Sañogasta formaban parte de su territorio; la aclaración es necesaria porque los historiadores dicen que en Famatina Don Nicolás Dávila y Don Francisco Javier de Brizuela y Doria fundieron los primeros cañones argentinos, “para luchar por la libertad”. Y es cierto. Pero no se trata del pueblo que hoy conocemos con ese nombre sino de la citada Capitanía; es probable que esto haya ocurrido en Sañogasta, donde se hacían fundiciones en la sede del Mayorazgo de San Sebastián.
Don Nicolás puso manos a la obra y estuvo listo para la fecha que le fue fijada: “120 hombres, lo más selecto de la juventud riojana, se encontraba el Capitán Miguel Dávila, hermano del Comandante, el Capitán José Benito Villafañe, el Capitán Manuel Gordillo, los Oficiales Mateo Larrahona, Noroña y muchos otros”, dice Zinny en su Historia de los gobernadores argentinos.
También cuenta este autor que la familia paterna de Don Nicolás hizo grandes aportes de pólvora y mulas, con el mismo fin; lo consignamos porque es ilustrativo del carácter familiar y rural de muchos hechos de la época. Don Francisco Javier envió a Cuyo, al Gobernador San Martín, para el fogueo de los soldados y la preparación del ejército, “20 quintales y medio de pólvora, elaborada en su territorio” (Zinny, op.cit., pág. 13). El territorio del donante era Sañogasta; cuando esto ocurrió, Don Francisco Javier ya no era Teniente de Gobernador de la provincia. Más tarde, su hijo Don Ramón de Brizuela y Doria, entonces Gobernador de La Rioja, remitió 30 quintales más. Si consideramos las dificultades y carencias de aquel momento, podemos medir la importancia de estos aportes para la causa de la emancipación, sin considerar otros envíos. El General San Martín lo agradeció especialmente en una carta que se conserva en Sañogasta. Si Don Nicolás no tuvo problemas para fabricar más cañones cuando le fue menester, es porque disponía de la pólvora necesaria. La fábrica que la producía era una de las pocas que había en la Argentina.
La actuación política de nuestro héroe de la Independencia fue rica. En 1812 era Alcalde de primer voto. En 1815 conformaba el grupo de propietarios de minas del Cerro Famatina, con familiares y amigos. Por entonces ya era Comandante de armas en la jurisdicción que comprendía Chilecito y Famatina.
En 1816 organizó y lideró la expedición auxiliar en la campaña libertadora de San Martín a Chile, aunque su cargo fue el de Segundo Comandante. Partió de la antigua Iglesia de Santa Rita luego de oír Misa, con sus 120 milicianos locales y otros 200 venidos de Los Llanos; pasaron por Nonogasta y Sañogasta recogiendo avíos, y cruzaron la Sierra de Sañogasta y los cerros de Aicuña por la senda habitual. En Guandacol se les unió el Primer Comandante Zelada con doce soldados.
Atravesaron campos donde se les facilitó el pastaje en las estancias pertenecientes al Mayorazgo de San Sebastián, como consigna el Cnel. Roque Lanús en su obra “La Provincia de La Rioja en la Campaña de los Andes” (ed. Biblioteca del Oficial, Buenos Aires, 1946). Resultó providencial que Don Nicolás conociera como la palma de su mano estos lugares, puesto que su padre le había responsabilizado de su administración, según lo atestiguan cartas del archivo familiar.
Luego ocurrió lo ya dicho: la toma de Copiapó y El Huasco con el mayor éxito. El mismo día, 12 de febrero de 1817, lograron su objetivo las cinco columnas que marcharon en la campaña libertadora a lo largo de ochocientos kilómetros sobre la Cordillera de los Andes. Nicolás Dávila fue, en la misión encomendada a La Rioja, el ejecutor audaz y buen estratega, con generosidad para dar todo lo que pudo a la causa de la Independencia.
En 1821 fue Gobernador de La Rioja, hasta 1823. Luego vinieron luchas, fracasos y sinsabores, propios de un país que trataba de erigirse como tal. Largo sería contar todas aquellas vicisitudes. El Dr. Joaquín V. González, su bisnieto, en “Mis montañas”, vuelca sus recuerdos de niño: “Yo he alcanzado a conocerle…; todos los bisnietos le mirábamos con ese temor que inspiraba una imagen venerada… Allí, en su casa-quinta de largos corredores… le veo todavía sentado por las tardes en su sillón de suela… empuñando un grueso bastón de membrillo… Era el patriarca que gobernaba la grey con el derecho innegable de la sangre, y con el poder temido de un carácter que no doblaron jamás los reyes, ni los déspotas de cuchillo…”. “Fue el nervio del municipio riojano cuando el Cabildo regía la ciudad… fue guerrero cuando se le mandó traspasar los Andes… fue estadista cuando hubo que regirse el pueblo por si mismo y fue mártir cuando la barbarie criolla levantó lanzas y sables para devastar y ahogar la obra de la independencia… Muchas veces su cuello estuvo bajo la cuchilla del bárbaro, sus pies encadenados y su hogar invadido por el fuego y el pillaje…”. “Ese patriota ignorado… fue tronco venerable… que veía crecer su prole numerosa… alimentando con su presencia el amor y la ayuda recíprocos…”. Una espléndida descripción, a pesar de su concepto sesgado de civilización y barbarie. La generación del gran escritor no supo valorar debidamente los preciosos elementos civilizadores de nuestra tradición cristiana, sostenida por prohombres como el que hoy merecidamente evocamos.
Don Nicolás Dávila, héroe de la Independencia: noventa años de vida plena y fructífera. El 20 de mayo de 1876, en Nonogasta, Dios le llamó a rendir cuentas de los talentos que le dio, de sus actos, sus luchas y sus obras.







martes, 1 de diciembre de 2009

Cuando la Argentina tenía gobernantes con Fe y combativos, de aspecto principesco - 18ª nota: Ensayo de visión histórica católica y señorial


Gobernadores ilustres
Junto a los Tenientes de Gobernador, miembros de la aristocracia local, encontramos como autoridad suprema regional a los Gobernadores, designados por el Virrey del Perú, el Rey o la Reina.
Entre los notables se destaca Pestaña y Chumacero, Gobernador del Tucumán cuyos esfuerzos moralizantes dejan influencia perdurable.
En bien de los Cabildos recomienda que los alcaldes se elijan entre personas “de conciencia, madura reflexión, talento y experiencia,
que castiguen los delitos y pecados públicos y que celen las ofensas de Dios; pero que sin faltar un ápice a la justicia no se aparten un momento de la misericordia, por ser atributos inseparables...”.
Suprime por decencia los azotes a mujeres por actos escandalosos. Ordena la represión de los juegos de suerte prohibidos, y encarga especialmente la justicia y equidad “con los pobres, viudas y huérfanos”, “y en especial con los indios” (Lizondo Borda, ap. Actas de Santiago del Estero).
En 1754 dicta su “Auto de buen gobierno” para mejorar las condiciones morales de las familias y la seguridad. Expulsa de las ciudades a los vagabundos; manda que se eviten “escándalos y pecados públicos y ninguna persona proteja en sus casas alcagüetes ni hombres de mala vida”; que los dueños de esclavos jugadores, ladrones o pendencieros los vendan fuera del Tucumán; que se arreste a quienes anden de noche sin farol o sin necesidad; prohibe andar al galope por las calles, con pena de “perdimiento del caballo aviado”; dispone que “no se abran las tiendas ni pulperías ni se venda los días de fiesta hasta después de dicha la misa mayor...”.
Las medidas buscaban contrarrestar la “relajación de costumbres en ciertos aspectos de la vida social...”. Había casos de bigamia por extranjeros casados que lo ocultaban, fingiendo contraer matrimonio con mujeres de la región (ca. 1758); contra estos desbordes luchaba la máxima autoridad.
Otro Gobernador del Tucumán que abona la consolidación es Espinosa y Dávalos. Su gobierno orgánico ampara a los vecinos de Catamarca y La Rioja, abrumados por el peso de la Guerra del Chaco, que provoca una rebelión de los primeros. Los riojanos van a la guerra con Juan Bazán de Cabrera, pero se vuelven cuando deben realizar un trabajo servil que no les correspondía.
Se les entabla proceso por insubordinación.
Las milicias riojanas piden que se reconozcan las Ordenanzas Reales de 1615, que las exime de entradas en otras fronteras.
El Presidente de la Real Audiencia dispone la detención de su representante, Ortiz de Ocampo, que se refugia en una Iglesia; el Cura niega su extradición, lo que muestra la protección de derechos personales y la contención del poder administrativo, ya en tiempos de absolutismo real. El Presidente intima su detención a Espinosa y Davalos. El Gobernador acata la orden pero difiere su cumplimiento para oir al Cabildo y las milicias, gesto típico de una sociedad orgánica, de aquella combinación medieval de democracia, aristocracia y monarquía latente aún.
Las milicias recurren también a las Leyes de Indias para su defensa, que limitan las obligaciones de los vecinos sin feudo suficiente.
El 13 de noviembre de 1758, el Gobernador dicta la sentencia que concilia con sabiduría las distintas posturas. Declara que la Guerra del Chaco afecta a toda la provincia del Tucumán, pero que las milicias riojanas deben armarse conforme las posibilidades del vecindario -y aún les concede otras ventajas.
Los riojanos quedan agradecidos, pero la Real Audiencia insiste. La situación llega al Virrey, quien finalmente indulta a Ortiz de Ocampo, lo que es aprobado por Carlos III.
El acto justiciero enaltece la memoria del Gobernador Espinosa y Dávalos (cf. Armando Bazán, Historia de La Rioja).
En el Plata se distingue Bruno Mauricio de Zavala (1717-24), brigadier español que perdió un brazo combatiendo en Flandes, una recia personalidad. Defensor de la Banda Oriental y fundador de Montevideo, fue general de los ejércitos que acabaron con la anarquía en Paraguay.
Su buen juicio, celo y honradez lo distinguieron. Protector de los indígenas, usaba con ellos de más comedimiento que rigor. Se dijo de él que ‘basta para lavar muchas manchas de la dominación española’, durante el período borbónico.
El P. Cattáneo lo describe como arrogante caballero, alto, proporcionado, con presencia majestuosa de príncipe, aunque le falta la mitad del brazo derecho, que perdió en batalla. No le ocasiona desformidad, y le concilia la estimación general por ser testimonio de su valor. Ha suplido el defecto con otro brazo y mano de plata (…).
Son ejemplos de grandes gobernadores que hicieron escuela y forjaron patria.