miércoles, 6 de enero de 2010

El fin último de las sociedades secretas: la República Universal sin Dios, fundada sobre la ruina de todos los tronos - 22ª nota

I. Un monstruo gesticula hacia el cielo como queriendo golpear a Dios; atrás -podría interpretarse- está su obra, con la que desafía al Creador de un mundo en que brilla el orden, la variedad y lo maravilloso: un edificio todo igual, que rechaza toda forma artística y toda belleza, carente de estilo que lo identifique con una región o una patria. Igualitarismo y universalismo anónimo son características de la República Universal, en que deberán fundirse todas las regiones, las patrias y las diferencias entre almas y pueblos.
II. Damilaville, "el odiador de Dios", amigo de Voltaire. Fueron los "filósofos" revolucionarios quienes prepararon el mundo para la utopía radicalmente igualitaria y atea -o más bien panteísta- que luego de la Revolución Francesa se hizo carne en el socialismo y el comunismo.


III. "Cita de las paralelas", de Y. Tonguy. La República Universal pretende destruir a Dios y hundirse en las tinieblas del panteísmo, representado por un "universo desolado", poblado de "extraños objetos...reunidos en una visión apocalíptica que sobrecoge y sorprende", según la apreciación de un crítico de arte.
El fin último de las sociedades secretas: la República Universal sin Dios, fundada sobre la ruina de todos los tronos
Ensayo de visión católica y señorial de nuestra historia - 22ª nota
El jacobinismo que se infiltraba en el Plata constituyó una inmensa conspiración contra la Monarquía y la Iglesia que organizó la Revolución Francesa y sus procesos paralelos.
Tenía como objetivo erigir, sobre la ruina de todos los tronos,
una República Universal que “libere” al hombre de la “opresión” de Dios.
“Bajo el pésimo nombre de Jacobinos, escribe el Abbé Barruel, ha surgido una secta en los primeros días de la Revolución francesa, que enseña que los hombres son todos iguales y libres; en nombre de esta igualdad y de esta libertad disolventes, pisotean los altares y los tronos; en nombre de esta misma igualdad, de esta misma libertad, llaman a todos los pueblos a los desastres de la rebelión y a los horrores de la anarquía” (cf. Mémoires pour servir à l’Histoire du Jacobinisme, t. I, p. 38).
Para poder hacerlo, forman sociedades secretas.
El fin último hacia el cual éstas dirigen todos sus esfuerzos a través del poder oculto -de acuerdo a Mons. Henri Delassus- es: “el establecimiento, sobre las ruinas de todos los tronos, incluyendo el pontificio, de una república universal que lleve a cabo la liberación del género humano con respecto a Dios y su ley, y la regeneración del hombre. Tal regeneración consiste en la creación de “un hombre nuevo”, es decir su vuelta al estado de naturaleza por su repudio del orden sobrenatural” (La Conjuration Antichrétienne, t. II, p. 338).

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