martes, 22 de mayo de 2012

II. Almuerzo criollo - Hospitalidad y tradiciones gauchas








...nada de "fast food" ni de delirios dietéticos con que la tecnocracia masificante tortura las mentes y los cuerpos de tantos contemporáneos que, por haber perdido el contacto con sus raíces, andan "como bola sin manija" en el mar de la post-modernidad. Algunos llegan a la horrible "sabiduría" de comer desperdicios. Sí, estimado lector, leyó bien: nuestros jóvenes "de vanguardia" en el país de las mejores carnes,  comen basura, informó un matutino muy leído y "tradicional" (que prestigia, con su difusión sin crítica seria, todos los excesos).
Las vanguardias que hicieron patria no comían fast-food ni tampoco lo hacen los gauchos. "Cuando ayuno, ayuno, y cuando perdices, perdices!" decía graciosamente Santa Teresa de Avila. Nuestros camperos son poco afectos al ayuno y amigos de celebrar con comidas de varón y de guapas paisanas: locro, cazuela, cabezas guateadas (cabezas enterradas, que en Salta -siempre despiertos los salteños- se las puede encargar).
Así degustamos estas robustas maravillas de nuestra cocina tradicional, generosamente donadas por familias camperas de El Pozo, Chucuma y El Alto de los Alives, reforzadas por varias ristras de chorizos que se extendían como ampalaguas sobre la pesada parrilla, acostumbrada a soportar esas cargas.
No hace falta contarle que -aparte del agua pura de vertiente y otras bebidas suaves-, en el Día de La Rioja, con el célebre vino regional riojano, fruto de siglos de elaboración, ya que "fiesta sin vino, no vale un comino".
Las fotos muestran la privilegiada zona de ollas y brasas, algunas mesas (para quienes no habían preferido sentarse sobre una piedra bola a la sombra de los talas y algarrobos), una de ellas con gauchos conversando. Uno de los paisanos (que luego realizaría una destreza que sorprendió a los presentes) tiene en brazos a su hermanito, que ya es jinete aunque cueste creerlo..., pues estos changos nacen a caballo. Quién sabe cuántas generaciones gauchas tiene su estirpe familiar...
Otro jinete, de 4 años, Jorgito, tiene las riendas como se debe;  aparece junto a su padre, que enfrentaría con su hermosa mula zaina a otro campero con la suya -que la mira de reojo para ver si conseguirá ganarle en la cuadrera-, en recios y pintorescos galopes que veremos en la III nota.

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